"A veces me gusta creer que el cielo sangra. Saber -o suponer- que este lugar también siente me hace pensar que no estamos equivocados; que las huellas en el lodo después de la lluvia son recuerdos del paso efímero que, como visitantes, dejamos a manera de historias.
He disfrutado al brincar sobre los espejos que las nubes dejan regados por doquier, salpicando una pequeña parte del universo sobre todo lo que nos rodea.
Las tormentas recuerdan que la luz se convierte en silencio al diluirse en la oscuridad, como un grito catártico que se convierte en relámpago propagándose en el horizonte hasta consumarse.
El cielo se nos cae a ratos y no queda más que detenerse, cerrar los ojos y sentir cómo una parte de esta vida se nos escurre por el cuerpo buscando el suelo."
6 comentarios:
:-)
Me encantó. "El cielo se nos cae a ratos"... Gracias.
"Saber -o suponer- que este lugar también siente me hace pensar que no estamos equivocados".
Es muy cierto.
Qué linda entrada, cada día, más fan.
Como tenerle miedo al cielo de que, tan frágil, se nos quiebre sobre la cabeza.
Ese condenado cielo rojo, como recita el mariachi, es el lugar de los algodones azucarados a los que a veces les da por llorar.
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